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Hemos escrito este artículo para responder a las consultas que muchas personas nos hacéis sobre una cuestión:

¿Por qué utilizáis plásticos?

¿Si vuestros productos son naturales, por qué los enviáis envasados en plástico en lugar de, por ejemplo, vidrio?

Envasar en vidrio o cristal o envasar en plástico: ¿qué es más saludable y mejor para el medioambiente?

Este es el tema central del post.

Para que no te quedes en la superficie, te explicamos los matices en torno a cómo se producen, gestionan como residuos y eliminan estos materiales, así como nuestro caso particular en Propol-mel.

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El plástico: luces y sombras de este controvertido material

La contaminación plástica, es decir, la presencia de plástico en la naturaleza, supone un grave problema ambiental y de salud humana.

Los microplásticos (fragmentos de plástico de tamaño inferior a 5 milímetros) están en todas partes, incluso en zonas remotas del planeta. Estas partículas de plástico, procedentes en su mayoría de la descomposición de plásticos más grandes, tardan muchísimo en degradarse.

No hay bacterias ni hongos en la naturaleza que procesen el plástico.

Como consecuencia, los residuos plásticos se acumulan en el medioambiente y pueden tardar entre un siglo y 1000 años en degradarse por completo.

Ahora bien, aunque este material es criticado —y no sin razón— por su impacto medioambiental, especialmente cuando no se recicla, también ofrece beneficios significativos.

Por ejemplo, los envases de plástico pueden prolongar considerablemente la vida útil de los alimentos, reduciendo así el desperdicio alimentario.

Además, su producción y transporte suelen requerir menos energía y generar menos emisiones de dióxido de carbono (CO2; el principal gas de efecto invernadero) en comparación con otros materiales.

Si bien es esencial abordar los problemas medioambientales asociados con este material, es justo reconocer sus ventajas en lugar de demonizarlo sin más.

Las implicaciones ambientales de usar vidrio en lugar de plástico para envasar productos

Cuando buscamos una alternativa sostenible al plástico, el vidrio suele ser la primera opción que nos viene a la mente.

Pero ¿es realmente una «alternativa sostenible»?

Aunque el vidrio no es tóxico y es reciclable infinitamente sin perder calidad, su producción y reciclaje requieren altas temperaturas. Esto implica un consumo elevado de energía y emisiones de CO2.

Asimismo, la extracción de arena de sílice, principal componente del vidrio, puede ocasionar daños ambientales y problemas de salud, como la silicosis, una enfermedad pulmonar causada por la inhalación prolongada de micropartículas (o polvo) de sílice.

Por otro lado, el plástico, aunque menos energético en su producción, presenta desafíos en su reciclaje y contaminación asociada debido a los microplásticos antes mencionados.

Pero no es correcto suponer que el vidrio es siempre la opción más sostenible, dado que su ciclo de vida completo puede ser tan perjudicial para el medioambiente como el del plástico.

Pese a que los envases de vidrio, al igual que los de cristal, son resistentes y muy duraderos —se pueden reutilizar hasta 20 veces—, suelen tratarse como envases de un solo uso. Y los envases de vidrio desechados y enviados a vertedero tras un solo uso pueden tardar un millón de años en degradarse.

El cristal y el vidrio son opciones sostenibles solo si se usan muchas veces. Por ello, si lo que queremos es mitigar su impacto ambiental negativo, debemos reutilizar estos recipientes tantas veces como sea posible.

La importancia de la ‘letra pequeña’

¿Qué hacer entonces?

La solución no pasa por dejar de usar envases —estos son esenciales para garantizar la seguridad, preservar la calidad y evitar el deterioro de los productos en su interior—, sino en optar por los envases más adecuados y sostenibles.

No todos los plásticos tienen el mismo impacto ambiental; este varía dependiendo de los compuestos utilizados en su fabricación.

El plástico PET o PETE —las siglas en inglés de tereftalato de polietileno— es un tipo de plástico muy usado en alimentación (botellas de agua, refrescos, bandejas y otros envases de alimentos) por sus características y propiedades físicas.

Entre otras, el PET es ligero y al mismo tiempo muy resistente al desgaste y la corrosión. También es altamente resistente al calor y un buen material barrera —escudo— frente al oxígeno (O2), la humedad y los agentes externos.

El polietileno es otro de los plásticos más usados en la fabricación de embalajes (cartones de bebidas como zumos o leche, envases de productos cosméticos y de limpieza, etc.). Es muy resistente a impactos y roturas.

En cuanto a su toxicidad, en los productos envasados en PET y en polietileno, es más común que el contenido se deteriore antes de que el plástico libere sustancias tóxicas hacia el producto.

Además es reciclable.

Los números del 1 al 7 en los envases contenedores son los códigos que aparecen en el popular triángulo de Möbius o Moebius, símbolo del reciclaje. Corresponden a una de las siete categorías en que se dividen los polímeros o resinas plásticas.

La clasificación agrupa los tipos de plásticos en una escala según su facilidad de reciclaje, siendo 1 sencillo de reciclar y 7 más complicado o no reciclable.

Los plásticos PET y polietileno, que son los que empleamos en nuestros productos alimentarios (en el Jarabe de própolis y el bote de Cápsulas de própolis y echinacea) y los productos de cosmética Propol-mel (las cremas facial y de manos y pies, el Champú de própolis y el Gel de baño natural), son los más fáciles de reciclar. Su estructura química permite un reciclaje más eficiente en comparación con otros plásticos.

En el lado opuesto están las mezclas de resinas (símbolo de reciclaje con el número 7), cuyo reciclaje es más complejo.

El símbolo de tres flechas formando un triángulo —el anillo de Moebius— indica que el envase es reciclable en alguna medida. El tereftalato de polietileno (PET) es un tipo de plástico de reciclaje sencillo (número 1) porque se puede limpiar, triturar y reprocesar para fabricar nuevos envases o fibras textiles.

También usamos aluminio con barrera de plástico interior en el Desodorante en espray BIO de larga duración. El aluminio es un material ligero, duradero, muy versátil y una barrera eficaz contra la luz, el O2, la humedad y los contaminantes, preservando el contenido por más tiempo. El revestimiento de plástico interior actúa como una capa protectora adicional, evitando la interacción entre el aluminio y el contenido.

Puedes encontrar más detalles sobre este producto natural y cómo actúa en el siguiente artículo de nuestro blog:

Desodorante bio con própolis y plata. Por qué deberías sustituir (ya) tu desodorante por uno natural.

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El plástico por el camino

Un último aspecto importante a mencionar tiene que ver con el plástico que no se ve.

Con la mayoría de las materias primas, tanto alimentarias (aceitunas, zumos…) como cosméticas (aceites, por ej.), sucede que su fabricante las procesa y, hasta que llegan al envasador, el producto viaja y permanece —en ocasiones hasta varios meses— dentro de un contenedor de plástico o de metal forrado de plástico como los que aparecen en la siguiente imagen.

Luego, aunque el último envasado sea en cristal, anteriormente ese producto ha permanecido largo tiempo transportándose en un barco, con distintas temperaturas, condiciones de humedad, etc.

O dicho de otro modo, aunque el producto final que adquieras esté envasado en cristal o vidrio y creas que es por ello una opción mejor o más ecológica, la realidad es que la mayor parte del tiempo ha viajado en plástico.

En definitiva…

La contaminación por plásticos es, sin duda, un grave problema medioambiental provocado por el ser humano. Pero las alternativas no son más sostenibles per se.

Aunque el vidrio se presenta a menudo como una opción más sostenible, lo cierto es que las botellas de vidrio tienen una huella ambiental mayor que otros materiales de envasado, como el propio plástico, los tetrabriks y las latas de aluminio.

No «compensa» el gasto energético y el impacto ambiental que conllevan la producción, gestión como residuo y eliminación del vidrio/cristal si el envase no se reutiliza muchas veces, o sea, si se usa una sola vez y se tira.

A esto se suma el hecho de que no podríamos eliminar todo el plástico de la cadena, pues muchas veces las materias primas con que se fabrica el producto se han transportado previamente en este material.

Como fabricantes, distribuidores y también como consumidores, debemos reutilizar siempre que sea posible, reducir el uso del plástico no reciclable (o difícilmente reciclable) y optar por los envases más sostenibles a nuestro alcance.

Por Elisabeth Lahoz

Fuentes utilizadas para la elaboración de este artículo:

– Artículo Vidrio o plástico: ¿cuál es mejor para el medio ambiente? (Artículo original en inglés).

Artículo en BBC Por qué los envases de plástico no son tan malos como quizá piensas.

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