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Hoy hablamos de un tipo de piel que requiere unos cuidados especiales: la piel madura.

A medida que pasan los años, nuestro cutis sufre una serie de alteraciones en cuanto a pérdida de función y cambios en su estructura y apariencia. Hablamos de sequedad, aspereza, arrugas o manchas que denotan ese paso del tiempo.

Te contamos por qué tu piel envejece, cuáles son los factores responsables y, si no detener el tiempo, al menos cómo puedes mitigar sus efectos en tu rostro en base a lo que nos dice la ciencia. 

La piel madura. Tipos de envejecimiento cutáneo

Nuestra dermis sufre un proceso de envejecimiento:

  • Un envejecimiento intrínseco, debido al paso natural del tiempo (cronológico), la gravedad, los factores genéticos (fototipo cutáneo) y la producción de hormonas.
  • Un envejecimiento extrínseco, producido por los factores externos al organismo o ambientales: clima; radiación solar, en especial la radiación UV (fotoenvejecimiento); acción de los radicales libres (RL); mala dieta; tabaco y alcohol; etc. 

Las pieles maduras están directamente relacionadas con el envejecimiento cutáneo. Estas suelen tener su capacidad funcional disminuida, están más expuestas a los mencionados factores ambientales y presentan una serie de características que veremos a continuación.

Cuidado piel madura blog Propolmel

Características de las pieles maduras

La piel madura se caracteriza por los siguientes síntomas y signos de envejecimiento cutáneo:

  • Sequedad. La piel madura tiende a secarse y volverse áspera al tacto. La epidermis (capa externa de la piel) suele estar seca y escamosa, sobre todo en zonas de baja humedad. Disminuyen los componentes del Factor Hidratante Natural (FHN), induciendo a la pérdida de agua transepidérmica y a la consiguiente deshidratación.
  • Flacidez. Al disminuir la vascularización y reducirse el tejido adiposo.
  • Arrugas visibles. Con el tiempo, disminuye la síntesis de colágeno y la piel pierde elasticidad, turgencia y tonicidad. Lo que conduce a la aparición de líneas de expresión y arrugas profundas.
  • Palidez. Se reduce el número de vasos sanguíneos, de manera que disminuye el riego. Esto hace que la piel se vea más pálida —falta de luminosidad—; incluso puede adquirir una tonalidad amarillenta, agravada por desórdenes en la pigmentación. 
  • Manchas. La síntesis de melanina se produce de forma irregular, dando lugar a manchas en la piel (hiperpigmentación) del rostro y las manos.
  • Venitas. Los capilares sanguíneos se dilatan más, ocasionando las antiestéticas venitas (cuperosis).

¿Otras características de la piel madura o envejecida? 

Se reduce la cantidad de células del sistema inmunitario (células de Langerhans, mastocitos), disminuyendo la respuesta inmunológica de la piel; piel más fina —el espesor de la dermis se reduce un 20 % en la edad avanzada—; más fragilidad y desprotección —los melanocitos activos descienden un 10-20 % cada década, por lo que el cutis está más desprotegido frente a la radiación—; poros abiertos; cicatriza peor, y tiende a desarrollar enfermedades y problemas dérmicos.

¿Cómo cuidarla? Aliados naturales de la piel madura

El própolis o propóleo, una sustancia natural elaborada por las abejas y nuestro ingrediente base, es muy rico en flavonoides. Estos son activos vegetales con un alto poder antioxidante; captan y bloquean los RL, a la vez que protegen los vasos sanguíneos. 

Otros aliados de las pieles maduras son:

  • La rosa mosqueta: actúa sobre el FHN, atenúa las arrugas, difumina las manchas y mucho más. 
  • El aceite de aguacate y la manteca de karité: estimulan los fibroblastos, lo cual favorece la formación de colágeno. Además, son hidratantes y emolientes (ablandan durezas e inflamaciones, suavizando y protegiendo la piel).

4 recomendaciones cosméticas para ‘pieles curtidas’

Aunque suele hablarse de piel madura a partir de los 35 años, la edad de inicio y el grado de envejecimiento dependerá de cada persona, de su genética o su estilo de vida. 

Nuestra piel refleja nuestra historia. 

Para «frenar» el envejecimiento, toma nota de estos cuatro hábitos saludables para tu piel (y tu salud):

  1. Dieta. En primer lugar, sigue una alimentación rica en verduras y fruta (alto contenido en antioxidantes como la vitamina E o C) y una ingesta de grasa rica en ácidos grasos monoinsaturados —«grasa buena»—, como el aceite de oliva. Se ha demostrado en ratones que una dieta deficiente en ácidos grasos esenciales genera una pérdida de la función barrera cutánea. 

Y recuerda que el alcohol y el tabaco perjudican el estado de la piel.

  1. Limpieza cutánea. Sé fiel al ritual diario básico de higiene facial; tres pasos: desmaquillarse, lavar en profundidad para eliminar impurezas e hidratar. 
  1. Hidratación-nutrición. Las pieles envejecidas ya no retienen el agua transepidérmica, por lo que es necesario usar cosméticos con activos hidratantes. Las cremas hidratantes y nutritivas mitigan estas y otras alteraciones producidas por el envejecimiento.
  1. Protección solar. Si bien el sol y su vitamina D son primordiales para nuestra salud, la radiación UV en exceso nos perjudica y daña nuestra piel. Si vas a exponerte largo tiempo al astro rey, protégela. Todo el año. Se recomienda usar un fotoprotector con FPS mayor o igual a 15.

Unos hábitos saludables más el uso de productos naturales te ayudará a prevenir, reducir y/o eliminar los signos del envejecimiento y mantener una piel en mejor estado.

Por Elisabeth Lahoz

Tanto el própolis como el karité y los aceites de rosa mosqueta y aguacate son ingredientes naturales de la Crema regeneradora facial y la Crema de manos. Y si tu cutis está especialmente resaco y/o deteriorado, recomendamos completar su cuidado con el Ungüento de própolis.

Más productos para cuidar la piel madura, en nuestra sección de Cosmética natural.

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Bibliografía consultada

Barbed, L. A. (2002). Piel madura, características y tratamiento cosmético. Farmacia profesional16(10), 66-73.

Soler, C. (1997). La piel madura y su tratamiento. El farmacéutico: profesión y cultura, (188), 68-76.

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